lunes, 12 de mayo de 2014

"Marriaga se fue a la guagua a darme un fuetazo, pero eso quedó atrás"

Foto: Elyxandro Cegarra
Borrón y cuenta nueva. Jack Martínez y Miguel Marriaga olvidaron los problemas del pasado. No hay rencilla entre ellos.

Hace tres años, ambos jugadores llevaron el roce físico de la zona pintada a las afueras del Forum de Valencia. El dominicano representaba a Cocodrilos de Caracas; mientras que el venezolano vestía la camiseta de Trotamundos de Carabobo. Después de una intensa disputa por los puntos y rebotes, los ánimos se caldearon y la situación se salió de control. 

Los dos se encontraron en el estacionamiento del recinto y debieron separarlos para evitar mayores agresiones.


El destino unió a los protagonistas del altercado en un mismo equipo. Martínez salió de los saurios y llegó al Expreso Azul, con una escala previa en Guaros de Lara. Marriaga regresó a los cabrialenses gracias a la figura del refuerzo, modalidad que le permitió a la gerencia tomarlo de Toros de Aragua.

“Son cosas que pasaron y ya”, confirmó el quisqueyano. “Tenemos dos años tratándonos normal. No hemos mencionado nada de ese tema. Hablamos de otra cosa. Después de aquella oportunidad hablamos durante un juego y nos dijimos: ‘No es nada personal’. Tampoco fue que nos sentamos a conversar”, agregó.

El centro de la selección nacional confesó que en aquella oportunidad el calor del juego llevó a la discusión. “Era un jugador clave de Cocodrilos e hice lo posible por sacarlo de sus casillas y defenderlo como me indicaba el entrenador. Todo el mundo tiene que entender que es nuestro trabajo y cada quien hará lo posible para ganar. Hay que vivir el presente. Eso quedó atrás, ese mismo año se olvidó”, insistió.

En 2011, Martínez acusó al coach Iván Déniz de enviar al zuliano a darle golpes fuertes. En esta ocasión dejó entrever que el actual técnico de Marinos de Anzoátegui incidió en la actitud de Marriaga. “A mí me contaron que Déniz lo volvió loco diciéndole: ‘Jack te está lanzando fade away (tiro en suspensión cayéndose hacia atrás) y ganchos. Entonces él se fue a la guaua (autobús) a darme un fuetazo. Pero eso queda allí. Ahora lo que queda es ganar”, aseveró.

Los dos basqueteros ahora trabajan por un bien común. Después del enfrentamiento lo que quedó fue “una buena amistad y compañerismo en la cancha”, cerró Marriaga.  

Publicado en el diario Meridiano en lunes 12/5/2014

1 comentario: