Foto: Elyxandro Cegarra |
Borrón
y cuenta nueva. Jack Martínez y Miguel Marriaga olvidaron los problemas del
pasado. No hay rencilla entre ellos.
Hace
tres años, ambos jugadores llevaron el roce físico de la zona pintada a las
afueras del Forum de Valencia. El dominicano representaba a Cocodrilos de
Caracas; mientras que el venezolano vestía la camiseta de Trotamundos de
Carabobo. Después de una intensa disputa por los puntos y rebotes, los ánimos
se caldearon y la situación se salió de control.
Los dos se encontraron en el
estacionamiento del recinto y debieron separarlos para evitar mayores
agresiones.
El
destino unió a los protagonistas del altercado en un mismo equipo. Martínez
salió de los saurios y llegó al Expreso Azul, con una escala previa en Guaros
de Lara. Marriaga regresó a los cabrialenses gracias a la figura del refuerzo,
modalidad que le permitió a la gerencia tomarlo de Toros de Aragua.
“Son
cosas que pasaron y ya”, confirmó el quisqueyano. “Tenemos dos años tratándonos
normal. No hemos mencionado nada de ese tema. Hablamos de otra cosa. Después de
aquella oportunidad hablamos durante un juego y nos dijimos: ‘No es nada
personal’. Tampoco fue que nos sentamos a conversar”, agregó.
El
centro de la selección nacional confesó que en aquella oportunidad el calor del
juego llevó a la discusión. “Era un jugador clave de Cocodrilos e hice lo
posible por sacarlo de sus casillas y defenderlo como me indicaba el
entrenador. Todo el mundo tiene que entender que es nuestro trabajo y cada
quien hará lo posible para ganar. Hay que vivir el presente. Eso quedó atrás,
ese mismo año se olvidó”, insistió.
En
2011, Martínez acusó al coach Iván Déniz de enviar al zuliano a darle golpes
fuertes. En esta ocasión dejó entrever que el actual técnico de Marinos de
Anzoátegui incidió en la actitud de Marriaga. “A mí me contaron que Déniz lo
volvió loco diciéndole: ‘Jack te está lanzando fade away (tiro en suspensión
cayéndose hacia atrás) y ganchos. Entonces él se fue a la guaua (autobús) a
darme un fuetazo. Pero eso queda allí. Ahora lo que queda es ganar”, aseveró.
Los
dos basqueteros ahora trabajan por un bien común. Después del enfrentamiento lo
que quedó fue “una buena amistad y compañerismo en la cancha”, cerró Marriaga.
Publicado en el diario Meridiano en lunes 12/5/2014
Qué bueno que resolvieron sus asuntos
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