viernes, 18 de enero de 2013

Shepherd: "Greivis y yo nos parecemos en la agresividad"

Foto: Archivo Diario Meridiano

Sam Shepherd (Carolina del Norte, 1953) siente que colaboró en el éxito de Greivis Vásquez, a pesar de que nunca lo enseñó a lanzar un balón o a realizar un pase. No tuvo responsabilidad directa, pero considera que influyó en él a través de la televisión, tomando en cuenta que cuando el base de los Hornets de Nueva Orleans estaba aprendiendo a jugar, el exjugador brillaba en los tabloncillos nacionales.

El otrora piloto de la selección nacional asegura que no busca llevarse crédito por conquistas ajenas. “El principal responsable de su éxito es el mismo”, dice. Sin embargo, destaca que su aporte en la carrera de Vásquez fue en la niñez. “Él me vio jugar, fui uno de los estímulos para que estuviera en una cancha. Esa fue mi parte”, agregó.


El orgullo casi paternal que siente el nacido en la localidad de Lagrange lo reafirmó hace unos días, cuando visitó el Wells Fargo de Filadelfia para observarlo enfrentar a los Sixers. “¡El mago eres tú!”, le gritó Vásquez apenas lo vio. El afecto que mostró el caraqueño le hizo rememorar a Shepherd todo lo que vivió en el país, al cual llegó como extranjero para luego convertirse en la principal referencia del baloncesto criollo, tanto en la recordada Liga Especial de Baloncesto como en la selección nacional.

Vía telefónica desde su residencia en Filadelfia, Shepherd contó lo que más extraña de Venezuela. Igualmente conversó sobre lo que le faltó en su carrera y los momentos más duros. Tampoco perdió la ocasión para detallar el porqué no ostenta un cargo en la selección nacional, entre otros temas.

¿Le llenó de orgullo ver a un venezolano en el mejor baloncesto del mundo?
-“Sí. El día que lo fui a ver me senté a celebrar su progreso. Estoy muy contento de ver a un venezolano en la NBA y haciendo un buen papel. De alguna forma le pasé la antorcha, ya que claramente puede jugar en la posición de piloto con bastante eficiencia. Gracias a Dios lo cambiaron a Nueva Orleans porque no me gustó como lo manejaron en los Grizzlies de Memphis, apenas cometía un error lo sacaban. Greivis sabe quién es la gente y está agradecido de los que abrieron un camino para él.

¿Qué fue lo que le gustó más de Vásquez en cancha?
-“Tiene plena confianza en sí mismo. Manda en la cancha, los muchachos lo escuchan y tiene el respeto de ellos, al igual que de su coach (Monty Williams). Apenas toman un rebote los buscan a él, es su equipo”.

¿Vásquez le hace acordar a usted cuando jugaba?
-“No. Él mide 1.98 metros de estatura y su juego es completamente diferente al mío. En lo que sí nos parecemos es en la confianza y agresividad, pero yo jugaba con más velocidad, algo que no tiene. Yo lanzaba todos los balones (risas), pero logré títulos, quiere decir que pasé la pelota lo suficiente para ganar”.

¿Tuvo muchos éxitos en el circuito local y la selección nacional, pero considera que le faltó algo su carrera?
-“Dios siempre tiene un camino para las personas. El mío fue llegar a Venezuela, nacionalizarme y jugar para la selección. Esa también es mi patria. Cuando era joven me quejaba porque no había llegado a la NBA, pero a veces la gente tiene suerte, otras no. Jugué en una universidad pequeña y eran otros tiempos. Esa era mi sueño, pero pude llevar a Venezuela a los grandes escenarios. Fui parte de eso”.

¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?
-“Todo. Extraño la comida y la gente que me pide autógrafos. Me hace falta el pabellón y el sancocho. Estuve veinticinco años allá con esa cultura y hasta puedo cantar el himno nacional”.

¿Por qué no siguió viviendo en el país?
-“Yo me casé en Estados Unidos y como no hubo oportunidad de empleo para ser entrenador o asistente en Venezuela me tuve que quedar  anteniendo a mi familia. Algunas personas que no conocen la situación dicen que no puedo regresar por el inconveniente que tuve en Bolívar como director de deportes. Es lamentable que la gente piense así y pretendan borrar veinticinco años de servicio. Yo no tenía experiencia en el aspecto administrativo, entonces se contrató a alguien que no hizo bien su trabajo. Pagué el precio de eso. No robé ningún dinero. Yo no soy político y había mucha envidia”.

¿Qué hace actualmente en Filadelfia?
-“Soy agente de bienes raíces. Vendo y compro casas; además de realizar remodelaciones. Pero siempre tengo afinidad por el baloncesto”.

¿Cuál fue el momento más duro como deportista?
-“Hay varios, pero el que puedo mencionar es jugar contra el ‘Dream Team’ de Estados Unidos, en la final del Preolímpico de Portland, con treinta y nueve años y no con veinticuatro. La diferencia es grande. No voy a decir que ganábamos ese partido, pero en otras condiciones la diferencia de puntos hubiese sido menor (terminó por 47) porque podría meter más la pelota”.

¿Qué amigos le dejó el baloncesto?
-“Pueda que olvide a alguien, pero me dejó cuatro en especial: Iván Olivares, Robert González (representante de Greivis Vásquez en Venezuela), Alexander Nelcha y Victor David Díaz; aunque tengo mucho tiempo sin hablar con él. También puedo mencionar a  Armando Becker y Luis Jiménez. Muchos de ellos eran menores que yo y me decían señor (risas)”.

¿Y enemigos?
-“Si tú no tienes enemigos en la vida, no eres humano. Pero le pido a Dios que los cuide al igual que mis amigos”.

¿Le gustaría tener un cargo en la selección nacional?
-“Yo estoy dispuesto a ayudar en cualquier lado, pero no sé qué pasa. Le deben preguntar a Carmelo Cortez (presidente de Fevebaloncesto) porqué no estoy invitado como posible entrenador en cualquier categoría o como asistente. No sé porqué no me toma en cuenta, a pesar de que ya fui asistente de Julio Toro y Mike Davis en la selección. Estuve en el Suramericano de 1995 y el Premundial de 1997.

¿En sus ratos libres juega baloncesto?
-"Si tú me retas creo que puedes ganarme, incluso apostaría a ti (risas). De vez en cuando lanzo mis pelotas y pueda que meta ocho tiros triples seguidos. Cuando lo hago, recuerdo los buenos y los malos momentos. Además siempre corro para mantenerme en forma. Imagínate que la gente me vea y diga: ‘Oh, Sam sí está gordo’. Le pido a Dios que me dé las fuerzas para mantenerme en forma".

Publicado en el diario Meridiano el viernes 18/1/2013

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